Clavícula
La novela de Marta Sanz muestra en primera persona una especie de diario de malestares, a veces en tono de comedia y otras con colores algo más oscuros.
La novela de Marta Sanz muestra en primera persona una especie de diario de malestares, a veces en tono de comedia y otras con colores algo más oscuros.
En ocasiones la dolencia, o la misma enfermedad, se convierte en motivo de burla amable acompañada de consejos displicentes y hasta algún diagnóstico apabullante: Son nervios. Trata de tranquilizarte y se te pasa. No seas hipocondríaca, todo está en tu imaginación. Una mala racha, eso es todo, se te pasará si dejas de pensar tanto en ello. Trata de relajarte y tomar distancia. Haz deporte. Quema calorías, lo mejor Pilates. Ve al psicólogo… Y otras ocurrencias que las personas oficialmente sanas, incluso las que te quieren y se preocupan por ti, te regalan por tu bien y para que dejes de darles la lata.
Órganos imaginarios; entrañas misteriosas; vísceras ignoradas y sorprendentes nos explican que somos también nuestros intestinos, nuestros músculos y huesecillos más humildes. Huecos, rincones y esquinas, diminutos o escondidas gobiernan nuestro cuerpo. Como si el orden del mundo que tratamos de comprender no fuera otra cosa que un reflejo del desorden de nuestro propio organismo.
Todas estas sugerencia hemos visto en Clavícula, la excelente novela de Marta Sanz. Y por eso queremos llevarla a la escena. Para tratar, una vez más, de explicarnos. De entendernos.
Autora
Marta Sanz
Adaptación y dirección
Rafael Campos Lozano
Ayudante de dirección
Sara Abecia
Reparto
Carmen Marín
Marissa Nolla
Blanca Sánchez
Claudia Siba
Coreografía
Carlos Blanco
Música
Jaime López
Escenografía
Didaskálica diseño/ Gonzalo Bullón
Iluminación
Josema Hernández de la Torre
Vestuario
Jesús Sesma
Fotografía
Gonzalo Bullón
Diseño gráfico
12caracteres
Diseño web
Antártico